domingo, 25 de noviembre de 2018

TEPUS FUGIT, RELATOS DE KENAR


Hola amigos de la literatura,

Hoy quiero ofreceros un poco de contenido extra, un fragmento de mi libro Relatos de Kenar que pertenece al relato Tempus fugit.


En este relato nos encontramos un personaje humilde de una aldea cualquiera, que se ve envuelto en una aventura un tanto terrorífica.
No te entretengo más, espero que lo disfrutes.

[…] Un sonido como de alguien arrastrándose sobresaltó a Loo hasta el extremo de hacerle saltar. Casi pierde el equilibrio, pero se agachó rápido y, como recitando una serie de mantras de protección pregunto:
—¿Quién anda ahí? ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
Una ronca risa gutural surgió de detrás de uno de los túmulos, sin embargo, no alcanzó a ver de qué criatura se trataba.
De nuevo un miedo atroz se apoderó de él impidiéndole controlar las convulsiones de su cuerpo.
Volvió a sonar la risa, ahora un poco más cerca.
Su cuerpo temblaba visiblemente sin posibilidad de controlarlo.
—¿Quién soy? —dijo una ronca voz, poco acostumbrada a hablar, y con acento fuertemente marcado—. Soy Nadie —continuó la misteriosa voz.
La respiración de Loo era rápida y ruidosa, su corazón se desbocaba a cada segundo, y aquella voz crispaba sus nervios.
—¿Qué quieres de mí? —consiguió articular a duras penas.
Tras un ronroneo juguetón, la voz dijo:
—Todo.
Loo se veía al borde del infarto con cada instante que pasaba con aquella «cosa». Intentó buscar una piedra, algo con lo que defenderse, pero la voz sonó de nuevo con una risa gutural más estridente que antes. Se dio cuenta de esa «cosa» podía verle.
—No tengo nada, ya me has quitado lo que traía, los conejos y el arco —dijo Loo intentando aparentar una serenidad que no tenía.
—Cosas no —dijo la voz—, tú.
Aquello pilló aún más por sorpresa a Loo; se sentía desfallecer, todo parecía perdido, sin embargo... la criatura no lo había atacado. Podría habérselo comido mientras dormía, si eso era que pretendía hacer, pero no lo había hecho. Eso le dio a Loo esperanza, una oportunidad, aunque no supiera muy bien cómo utilizarla.
Decidió continuar hablando con aquella criatura, para ganar tiempo.
—¿A qué te refieres? ¿Quieres comerme? Porque no tengo casi carne.
Y no mentía, ya que Loo era todo hueso y pellejo.
La risa sonó de nuevo.
—Primero jugar.
Sin saber por qué, Loo se sintió un poco aliviado, ganaba algo más de tiempo. Pero seguía sin saber a qué se enfrentaba.
—¿Quieres jugar? —preguntó inseguro—. Pues muéstrate para que te vea, y juguemos— dijo sin saber de dónde había sacado el valor para pronunciar esas palabras y no desmayarse.
De nuevo la risa.
—No puedes ver. Nadie puede ver a Nadie —Dijo lacónica la criatura.
—Pues ¿cómo te llamas? —continuó Loo.
Esta vez la risa sonó estridente, crispada incluso.
—No llamas.
Loo supuso que no tenía nombre o que si alguna vez lo tuvo, hacía mucho que lo había olvidado.
—¿Quién eres? —Preguntó, con una sensación de miedo creciente en el cuerpo.
—No quién —Fue la respuesta cortante.
La siguiente pregunta surgió sin querer de los labios de Loo, que un segundo más tarde pensó que tal vez no quería oír la respuesta.
—¿Qué eres?
La voz sonó de nuevo con una exclamación, como si al fin Loo hubiese dado en clavo con la pregunta adecuada. A continuación dijo:
—Horror sin nombre. […]


Y hasta aquí el fragmento de Tempus fugit, ¿Qué te ha parecido? Me interesa de verdad conocer tu opinión, así que si quieres, puedes dejar un comentario abajo.
Gracias de antemano.

Un saludo y gracias por leer estas líneas.

Iñaki A. Lamadrid


lunes, 12 de noviembre de 2018

LA FORJA DEL HIELO


Hola amigos de la literatura,

Tierra de contrastes. Desde el Páramo Helado y la Cordillera del Hielo hasta la Isla de Kon Nar y la Gran Barrera; desde la tierra de Tenarian hasta el Desierto de Chikay; altas montañas, profundos valles, ríos infinitos, verdes praderas y yermos desiertos...



Uno de mis relatos favoritos tiene lugar en el reino del norte, Árgarot. Este es La forja del hielo.
En él, la pequeña Gella pide a su padre que le cuente un cuento, su favorito, el de La forja del hielo. Y Hert no puede negarse porque adora a su hija y porque también es su cuento favorito, aunque más que un cuento es una historia real, el pasado de su pueblo, el origen de su hermandad, el origen de La Guardia de Invierno, de la que Hert es capitán… La historia de Los Héroes del Hielo.

 
Un saludo y gracias por leer estas líneas.

Iñaki A. Lamadrid